El 29 de
octubre de 1976 se fundaba oficialmente AEDEN, la Asociación de Estudio y
Defensa de la Naturaleza. AEDEN, muy pronto convertida en AEPDEN (por
cuestiones burocráticas) será el germen años después de Aedenat. Aedenat será
una de las piezas clave de la unificación de cientos de grupos ecologistas en
1998 en todo el Estado que conformarían lo que hoy seguimos siendo, Ecologistas
en Acción.
Así que
estamos de cumpleaños, los 40 años de uno de los gérmenes del Movimiento
Ecologista, con mayúsculas, de nuestro país.
En la sede
de Aepden, en Campomanes 13 (en pleno centro de Madrid) tan pronto se diseñaba
una campaña por la conservación de la Sierra de Guadarrama, como se escribía
una propuesta energética concienzuda para vivir sin nucleares, o se tenían
debates sobre política ambiental o, como quedó retratado en los diarios del
momento, se sacaba una ballena por la ventana para hacer un llamamiento contra
la extinción de especies.
El grupo en
estos inicios consiguió impedir la urbanización de los parajes de Gredos y
Valcotos, Rascafría y Navafría, un proyecto para construir una carretera que
atravesara Doñana para unir Huelva y Cádiz o que se destruyera gran parte del
bosque de Valsaín, en Segovia.
Además de
recordar en este aniversario parte de estas luchas tan transcendentales con
diferentes actos de conmemoración, al leer la historia de Aepden, sus archivos
de prensa, sus actas, escuchando a quienes formaron parte de ella, van
apareciendo ciertos rasgos en sus formas de hacer y de concebir el ecologismo
tan importantes como sus luchas ganadas y que hoy, siguen siendo parte esencial
de lo que somos, de nuestras señas de identidad. Aquí van algunos de ellos:
En primer
lugar, la idea certera de que la conservación de la naturaleza no concierne
solo a las personas expertas en la materia sino que la destrucción del
territorio y de las condiciones ambientales que nos permiten tener una vida
digna nos incumbe a todas. Por eso Aepden hacía propuestas contra la tala del
bosque de Valsaín a la vez que acampaba en las calles de los pueblos cercanos
para ganarse a todo el que pasaba por allí (y por cierto, consiguiéndolo). Por
eso también cada domingo salían con una mesa informativa al Rastro de Madrid.
La ambición
del objetivo hacía necesaria de igual grado que la participación de todas, la
rigurosidad. Aepden fue por ello prolífica en la realización de estudios, de
informes, en el establecimiento de contactos con centros de investigación y de
conservación.
Con estos
informes bajo el brazo y con la certeza política de que los representantes del
gobierno de turno están al servicio de la ciudadanía para defender sus derechos
(también el que dice que merecemos un medio ambiente digno) se empezaron a
plantar en las reuniones de ministerios y a telefonear a subsecretarios para
pedirles explicaciones. Exactamente como seguimos haciendo hoy.
Tampoco
olvidaron que para hacerse oír mejor en estas y otras instancias hay que tener
visibilidad pública, hacerse un hueco en los medios de comunicación. Los compañeros
y compañeras de aquella época recuerdan con orgullo cómo llenaban páginas en
los grandes medios con sus noticias. Medios lamentablemente hoy cada vez más vendidos
a los grandes poderes y capitales, con poco interés en comunicar lo
verdaderamente importante para nuestras vidas.
Y todo esto
lo hicieron de asamblea en asamblea, sin jerarquías en la toma de decisiones,
desde la organización descentralizada, a base de recoger las horas libres de
por aquí y de por allá de cada activista
y cada simpatizante para ponerlas al servicio de la construcción colectiva de
un mundo mejor.
Nos
preguntamos qué veríamos desde algunas ventanas de Madrid sin Aepden.
Feliz
cumpleaños.
Nerea Ramírez Piris y José Luis García Cano, de Ecologistas en Acción.